Las hay por todas partes. Es imposible no encontrar alguna en nuestras vidas. En el ámbito personal o laboral. No solemos darnos cuenta de que lo son hasta que se quitan ellas mismas el antifaz. Pero si estuviésemos atentos, sabríamos alejarnos a tiempo. Son las personas tóxicas. Sobre ellas se han escrito innumerables artículos y algún que otro libro. Por las redes sociales circulan post sobre gente tóxica y cómo reconocerla. Gente tóxica y cómo alejarnos de ellas. ¡Pero qué desprevenido te cogen a veces!
Hablamos principalmente de personas para las que solo existen ellas mismas y sus supuestos problemas. Supuestos porque no son tales. O lo son simplemente por la forma que tienen de enfrentarlos. Hablamos de los quejicas, los celosos, los absorbentes, los negativos, egocéntricos y manipuladores. Hablamos de personas que pueden en un principio inspirar pena y en las que es muy posible que nos volquemos. Trataremos de ayudarlas, escucharemos sus quejas, prestaremos nuestro hombro y lo que haga falta para mitigar su desgracia. Hasta que nos demos cuenta de que sobramos en la ecuación. Si no hacemos la voluntad de la persona tóxica, esta nos apartará. O lo que es peor, pasaremos a ser parte de sus quejas a los demás, nos convertiremos en el problema.
Manipularán y mentirán hasta convertirnos en los malos. O quizás tengamos la enorme suerte de reconocerlos a tiempo. Darnos cuenta de que algo no termina de funcionar en nuestra relación con ellos. Percibir que las cosas no fluyen, que tanta negatividad nos afecta a nosotros también, y apartar al tóxico. Pero claro, lo habitual es que, para cuando queramos darnos cuenta, los hayamos incluido en nuestras vidas. Sean amigos o, lo que es peor, compañeros. Y digo peor porque, si has involucrado a un tóxico en tus planes y proyectos, tienes un problema.
En política gente tóxica también hay. Y mucha. ¿Creen que no? ¿Saben cuánta gente se acerca a aquellos que hemos decidido trabajar para los ciudadanos, escondidos tras la máscara de la buena voluntad?. Vienen a nosotros. Nos rondan. Se ganan nuestra confianza y nos convencen de que están en nuestro mismo camino. De que sus inquietudes son las tuyas y de que trabajarán contigo mano a mano para sacar proyectos adelante, para conseguir aquello por lo que tú tanto luchas. A veces llegas a implicarte tanto que los lazos van más allá de lo meramente político y te vuelcas con la persona. Seguro que nos ha pasado a todos los que vivimos la política.
Un día aquel al que tendiste la mano no está satisfecho con tus decisiones. Quizás ya no le resulten favorables a ellos como individuos. Quizás no hiciste lo que más les convenía o simplemente, dejaste de atender sus quejas. Entonces su toxicidad se hace evidente. Pasas a ser el malo. Se vuelven contra ti. Boicotean tus proyectos y malmeten a tus espaldas. ¡Y no quiera el azar que les hayas prestado ayuda personal en algún momento!. Renegarán de ella, la excusarán de cualquier manera y te despreciarán por ello. Porque hay gente que no está preparada para recibir ayuda. La aceptan, pero te odian por prestársela. Seguro que a todos ustedes, lectores, les habrá ocurrido alguna vez. No se preocupen. Son gente tóxica. Personas incapacitadas para dar, para agradecer o para convivir en sociedad. Personas que solo ven el mal y el vaso medio vacío. Lástima que a nosotros, los políticos, nos toque lidiar con tantos individuos de este tipo. Lástima que en ocasiones una buena idea se vea truncada por ellos o las buenas intenciones se pierdan en el mar de los celos y el egocentrismo.
Quizás nos vendría bien leer algunos estudios de psiquiatras y sicólogos sobre la materia y estar prevenidos. Porque amigos lectores, no hay peor compañero de viaje que un tóxico, con su pretensión de ser chistosos y con la sonrisa simulada permanente para pretender caer bien.
Insisto en lo que siempre he mantenido y que es lo que impulsa mi quehacer diario: no hay actividad más bonita que dedicarse a lo público con la satisfacción del deber cumplido. Esa labor sincera y honesta no está al alcance de las personas tóxicas porque no sirven más que para generar negatividad. Allá ellos.
Un señor que pertenece al partido político más corrupto de la historia de este país hablando de toxicidad! ok!
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¿Lo de tóxico lo dice por su amigo y familiar Rodrigo Rato o por Monago? Que se anime y de nombres.
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Pues que mala suerte la tuya Alarcó, militar en el PP, el partido tóxico.
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